... caminant pel Garraf

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los Garrafets

“Els Garrafets” … duendes del Garraf.
© (B-4471-13)

Todas las semanas salgo a andar y correr por las montañas del Garraf, por sus senderos, por sus fuertes pendientes, entremedio de las piedras calcáreas que son las auténticas protagonistas de este macizo… os invito a que también lo hagáis, que salgáis a andar por estas montañas, disfrutaréis de su belleza, sufriréis su dureza.

Cuando salgo a entrenar normalmente hago el mismo recorrido que inicio subiendo al cerro del Fanxó, mirador elevado de nuestro pueblo, Castelldefels, a la vez que es un fantástico balcón del delta del Llobregat. Sus vistas son únicas y nos permite hacer una cata del paisaje del Garraf, de su vegetación, de su aridez, de sus piedras….las piedras!!... en ellas he encontrado un misterio, un extraño fenómeno que me tiene intrigado.

Os lo explico: día tras día, cuando subo al Fanxó me doy cuenta de la gran cantidad de piedras de todas las medidas que hay en la parte alta del estrecho y recto camino que nos lleva a la cumbre. Cuando bajo, muchas de estas piedras corren conmigo aceleradas por mis pies, por mis resbalones y, debido a la fuerte pendiente de la ladera, ruedan hacia bajo de manera imparable. Cada vez que subo veo el mismo fenómeno, veo como las piedras de la cumbre resbalan hacia bajo, unos días muchas, otros pocas, pero siempre van hacia bajo … y aquí nace el misterio: si cada día bajan piedras conmigo y seguro que también con otros muchos caminantes y corredores, ¿cómo es posible que las piedras de la cumbre no se acaban nunca?, parece que cada día aparezcan de nuevas y, por el contrario, ¿por qué no hay piedras al final de la bajada?, ¿a dónde van a parar las piedras que ruedan montaña abajo?, ¿cómo es que al pie de la montaña no hay un pedregal de todas las piedras que cada día ruedan sendero abajo? 
 arriba lleno de piedras (Fanxó)


abajo sin piedras (Bertils)

Durante un tiempo estuve observando las piedras del camino, no podía contarlas porque son como las estrellas del cielo, nunca se acaban, pero cada día tomaba nota mental de la situación de las más significativas para comprobar que al día siguiente volvían a estar en su mismo lugar. Durante unos días, cuando bajaba, expresamente hacía rodar más piedras que nunca, les daba patadas, cogía piedras con la mano para dejarlas encima de las rocas del “paso de Bertils”, verdadero inicio de la subida al Fanxó,… al día siguiente las piedras habían desaparecido de la base y volvían a estar en el mismo lugar que el día anterior, … no podía ser!, no me lo podía creer, en cualquier “tartera” las piedras se acumulan en la parte de abajo y día a día, la parte de arriba va cediendo sus existencias empujadas por la obligada fuerza de la gravedad que las hace deslizar hacia bajo para no volver a subir nunca más. ¿Qué pasa en el Garraf?, ¿por qué extraña razón las piedras siempre están arriba y no en la parte de abajo?
desaparición de las piedras

Una noche de insomnio de este verano, aprovechando la luna llena del mes de julio y la suave temperatura nocturna, salí a andar por el Garraf. Eran poco más de las once de la noche, las terrazas de los bares estaban llenas de fiesta, de conversación, de risas, pero a medida que me iba alejando del centro del pueblo las conversaciones se convertían en murmullos que cada vez eran más flojos, hasta casi el silencio absoluto al llegar a los primeros senderos del macizo. La noche era muy clara, no habían nubes, por eso salí sin linterna, no era necesaria. Todo estaba en calma, tranquilo, alejado del ruido del pueblo el silencio del Garraf se imponía. Cómo que no llevaba luz y quería estar en armonía con esa placidez, reduje la intensidad de mis pasos hasta conseguir que mis pisadas, mi presencia fuera totalmente transparente y silenciosa.
Cuando llegué al “paso de Bertils”, giré a la izquierda para iniciar la ascensión al Fanxó. Ya no se oía el ruido del pueblo cuando, de repente, percibí algo que parecía un murmullo, unas voces muy flojas, muy agudas, prácticamente imperceptibles. Inicié la subida muy lentamente para no hacer ruido. Aunque había luna llena, la oscuridad era mi aliada para acercarme sin ser visto hasta que, después de un pequeño recodo del camino, vi algo totalmente increíble, rápidamente me escondí detrás un gran matorral, y agachado contemplé un fabuloso espectáculo. 

Ante mí habían centenares, quizás miles de pequeños seres de forma humana, minúsculas personas que no hacían más de 15 centímetros de altura, todos iban vestidos igual con pantalón azul, camiseta amarilla, faja negra y “barretina” cuatribarrada con franjas rojas y amarillas. Las chicas, más coquetas, llevaban camiseta de tirantes y pantalones piratas, pero manteniendo el color amarillo y azul. Ellas no llevaban “barretina” para poder lucir el peinado y la faja en lugar de ser negra era cuatribarrada roja y amarilla. 

Estos duendes, que podríamos denominar “Garrafets”, tenían una única misión y todos juntos trabajaban para realizarla, ...y...¿cuál era esa misión?, pues subir hasta la cumbre las piedras que antes habían rodado montaña abajo. Son ellos, los “Garrafets”, los que cada día vuelven a su lugar las piedras que nosotros hacemos resbalar montaña abajo, ellos son quienes evitan que las piedras se acumulen al pie de la montaña y que siempre hayan en la parte de arriba preparadas para volver a rodar.

Para hacer esta pesada tarea todos trabajaban perfectamente sincronizados, las chicas con una especie de carrito de la compra subían las piedras más pequeñas, los hombres subían las más grandes, unos lo hacían solos, otros en grupo empujando las piedras más grandes. Para subir las piedras mucho más grandes buscaban colaboraciones con animales del Garraf, como ejemplo os diré que a la cola roja de las perdices ataban una de estas grandes piedras y el ave, con su potencia y fuerza la arrastraba hasta arriba. Un “Garrafet-fotógrafo”, único por su cabeza rapada, hacía fotografías con una cámara muy sofisticada, a la espalda llevaba una mochila, identificada con las iniciales J.V., cargada de objetivos para captar la mejor imagen en cada momento. De vez en cuando se le acercaba un “Garrafet” para preguntarle algo y él le enseñaba fotografías anteriores, supuestamente del lugar donde tenían que desplazar las piedras recuperadas.
piedras agujereadas
En otro punto había un grupo de “Garrafets-picapedreros” que hacían agujeros a las piedras... habréis visto que las piedras del Garraf son muy características por los agujeros que tienen, pues parece que los responsables de estos agujeros también son los “Garrafets” ..., pero... ¿por qué les hacían agujeros?, pronto lo descubrí. Cerca de estos picapedreros había una gran roca plana y lisa, en ella unos muñecos de juguete que tenían alma y vida propia, habían montado una especie de helipuerto. Los “Garrafets” empujaban las piedras ya agujereadas hasta una señal que había en medio de la pista de aterrizaje, una vez allá ataban una cuerda por los agujeros recién hechos y a continuación los muñecos animados encendían una luz verde de haz tan pequeño que casi no se veía, pero con mucha potencia para dirigirlo hacia el castillo donde hay un nido de “xoriguers” (cernícalos). Inmediatamente salían estas aves, verdaderos helicópteros naturales que, con su vuelo preciso y quieto, recogían la piedra del helipuerto tirando de la cuerda con su pico y, con mucho cuidado, subían la pesada carga hasta un punto muy concreto de la cumbre señalada por otros muñecos vestidos de guardas forestales, que además tomaban nota de cada movimiento y reubicación de las piedras. Otros compañeros de ellos circulaban con un todoterreno para seguir de cerca todas las operaciones, anotaban el número de piedras que se subían, controlaban que no quedara ninguna escondida en la parte de bajo y, en definitiva, aprendían de la ecología de los duendes. Todo ello era un fantástico espectáculo de sincronía, colaboración, precisión y fantasía.... fantasía!!!, sí, no me lo podía creer, no podía ser verdad lo que estaba viendo!!.
helipuerto y helicóptero (xoriguer - cernícalo)

Mientras presenciaba toda aquella coreografía y puesto que mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo, pensé que lo mejor que podía hacer era crear una prueba, un testigo material de aquella fantasiosa realidad. Pensé que podría marcar una piedra y dejarla caer pendiente abajo, si ellos la subían al día siguiente encontraría esta piedra señalada en la parte de arriba de la montaña... dicho y hecho, cogí una piedra y con la llave de casa la rallé hasta escribir mi apodo: “Ches”. Cuando ya casi había escrito la palabra, un jabalí que removía piedras buscando raíces, de repente, levantó su morro (los jabalíes tienen un olfato muy sensible y son capaces de oler a los humanos con el viento en contra a centenares de metros de distancia) y se puso en alerta... probablemente había olfateado mi presencia. Una de las mujercitas, de pelo blanco y con una florecita lila en la oreja, estaba hablando con una angelical Garrafina, cuando, al percatarse del gesto del jabalí fue corriendo a avisar a la compañera del coordinador, la llamó por su nombre: Mª del Mar, no pude escuchar lo que le decía, pero rápidamente fue a decir algo a quien parecía ser este coordinador y que en aquel momento, junto con un puñado de voluntarios, estaban asentando la gran piedra que había desplazado minutos antes el jabalí. Este “Garrafet”, medio calvo, canoso, con gafas, zapatillas deportivas y mochila, rápidamente dio instrucciones a los “Garrafets” que tenía a su alrededor y con un efecto en cadena y progresivo las instrucciones rápidamente se trasmitieron a todo colectivo de hombrecitos. Las “Garrafinas” desaparecieron de inmediato, el helipuerto fue desmontado en un abrir y cerrar de ojos, las herramientas fueron escondidas... incluso yo me contagié del nerviosismo de los “Garrafets”, me puse tan nervioso que la piedra que tenía en las manos me resbaló y rodó montaña abajo, ... este fue el detonante, todos empezaron a correr, todos sabían lo que debían hacer, algunos miraron en mi dirección y a pesar de la oscuridad me sentí iluminado por sus miradas, de repente sentí un pinchazo en el culo, los ojos se me cerraron y.... 

.... cuando abrí los ojos me di cuenta que estaba en casa, me había quedado dormido en el sofá viendo la tele, miré la hora: las tres y cuarto de la madrugada... uf! qué sueño tan largo!, el televisor estaba encendido y daban la película “Gulliver en Liliput”, en la mesita baja que tenía a mi lado estaban los muñecos de juguete de mis nietos, en el suelo estaba el cuatro por cuatro de la misma colección, sentado en el otro sofá un peluche de mi nieta: una “pitufina”, ... parecía que todo esto había sido el germen de mi historia, todo había sido un sueño, me había parecido muy real, pero sólo era un sueño!!. Cuando me levanté del sofá noté un fuerte dolor en el culo allá donde en sueños había notado un pinchazo, toqué la zona con la mano y encontré algo que parecía un aguijón, probablemente de algún insecto que me habría picado mientras dormía, pero cuando lo examiné con más detalle me pareció que era una mini aguja hipodérmica,... va!! imaginaciones mías!. Me fui a la cama y continué durmiendo hasta el día siguiente.
juguetes de los nietos

Eran las siete de la mañana, no podía dormir, una extraña sensación me inquietaba y para no romper el sueño de Mª del Mar me levanté. Algo interior me decía que el sueño de la noche pasada era más real que fantasioso por lo que, movido por esta intuición, salí a andar por el Garraf dirección al cerro del Fanxó. Por encima mío volaba un cernícalo con su vuelo técnicamente perfecto igual que un helicóptero, más adelante vi correr y levantar el vuelo a una perdiz de cola roja, ambas aves parecían las que había visto en mi ilusión. Mientras subía en dirección a la cumbre iba reconociendo todos los detalles que en sueños había vivido, eso sí, no había ninguno de los duendes que ayer trabajaban remontando piedras. Vi la gran losa plana que hacía de helipuerto, nada, ninguna señal de la actividad imaginada, más arriba vi que un jabalí había removido la tierra en busca de raíces justo en el mismo lugar que en mi sueño, coincidencia!.. seguí subiendo diciéndome que los duendes no existen, que no podía ser, pero tampoco podía ser que cada día las piedras del Fanxó estuvieran arriba y en el paso de Bertils, en la falda de la montaña, no hubiera ni una!!. Llegué a la cumbre y me senté un rato para presenciar el espectáculo de todos los días, ver como el sol majestuosamente se levantaba por encima del mar, de repente vi una piedra que parecía ser la que yo había marcado en sueños, la cogí, la examiné con detalle y.... aunque estaba raspada para borrar el que parecía mi inscripción, efectivamente lo era, todavía se podía leer mi apodo: “Ches”.
piedra escrita: CHES

Con todo esto... no sé si mi vivencia fue real o un sueño, pero cuando vayáis por el Garraf, cuando subáis a cualquiera de sus montañas, cuando subáis al Fanxó fijaros que las piedras están todas arriba, cada día, cada semana, siempre! ... y, abajo no veréis ninguna, …a pesar de que las hagáis rodar en vuestro descenso.

¿Existen los duendes?, ¿son los “Garrafets” quienes suben las piedras cada día?,... no lo sé, ni lo sabremos nunca, pero si alguna noche veis lo que yo creí ver, no molestéis a los “Garrafets”, dejadlos trabajar, dejad que suban las piedras… si no lo hicieran, en Castelldefels tendríamos todas las piedras del Garraf que cada día ruedan montaña abajo!

Castelldefels
Agosto – 2013


Las industrias de las canteras son una verdadera pesadilla para el Garraf, trocean y se llevan las piedras de Garrafets!!





27-10-2013 Noticia Importante: Evidenciada la existencia de los Garrafets.
Hoy nuestra amiga Lila nos ha hecho llegar una fotografía excepcional e inédita que evidencia la existencia de los “Garrafets”. La instantánea ha sido hecha esta mañana, a primera hora, cuando los duendes todavía estaban en pleno trabajo de remontar las piedras. Probablemente se han despistado con el cambio de hora de esta madrugada y concentrados con el trabajo no se han dado cuenta de que se ha hecho de día y que un humano estaba tan cerca como para hacerles una fotografía. Lila me ha explicado que probablemente ésta ha sido la causa puesto que escuchaba como dos garrafines, una alta y delgada (L.R.M.) y la otra más bajita y redondita (N.P.R.), discutían si tenían que haber cambiado la hora hacia delante o hacia atrás.

08/11/2013 Nuevo avistamiento de los Garrafets.
Seguramente que las largas noches de otoño y el descenso estacional de caminantes por el Garraf hace más propicio el poder ver a estos pequeños seres y constatar su pesada, constante y necesaria tarea de remontar las piedras montaña arriba.
Gracias Lila por este nuevo testimonio gráfico.


02/07/2014 Garrafets en huelga

Hace unos días recibí un correo electrónico sin remitente, era una carta de los “Garrafets” donde manifestaban su malestar y se declaraban en huelga. Las consecuencias podrían ser fatales, mirad como estaba el camino junto a cal Gancho cuando estos duendes dejaron de remontar las piedras que todos hacemos rodar montaña abajo.

Los Garrafets me explicaron que para hacerme llegar su escrito tuvieron que contactar con los duendes de la red-net, los "Xarxafets", ellos son los encargados de recoger nuestros emails y hacerlos viajar a través de la red de internet de manera eficaz y directa o de manera juguetona y distraída, ellos son los responsables de que a veces un correo electrónico sea transmitido inmediatamente y otras veces pueda tardar días en llegar o no hacerlo nunca,... bien, estos duendes son los que llevaron el email de los Garrafets hasta mi ordenador, sin remitente ni dirección,... ni nada que lo pudiera identificar ya que los Garrafets viven en otra dimensión y muy lejos de nuestras mundanas costumbres.

La declaración de huelga de los Garrafets tuvo su origen en que se enteraron que ellos habían sido incluidos en el registro de la propiedad intelectual y que, ahora, tenían reconocida la "paternidad" de su existencia. Esto no le gustó en absoluto porque los Garrafets tienen una estructura anárquica, totalmente en libertad y sin ningún tipo de poder o jerarquía, nadie es más que nadie, ahora bien, eso no quita que sean totalmente disciplinados, tienen muy claro cual es su tarea y todos hacen lo que saben hacer mejor, pero no hay autoridad, no hay propiedad, es por eso que se han sentido muy mal al saber que tenían propietario, que eran parte de una posesión.

Tuve que explicarles, con mucho cuidado, que este registro fue para proteger su historia y evitar que en ninguna parte de nuestro mundo, que no es el suyo, nadie pudiera utilizarlos para cualquier otro motivo, historia o relato. La propiedad otorgada no es sobre ellos, es para evitar la difusión incontrolada de su existencia.

Respondí al email sin ninguna dirección de envío puesto que había llegado sin remitente y parece que los duendes de la red ya estaban al corriente y mi respuesta llegó a su destinatario rápidamente porque al día siguiente, el camino de cal Gancho había recuperado su aspecto habitual y sólo tenía las piedras de siempre, las demás fueron remontadas a su lugar de origen.


Si vais por el Garraf, recordar que los Garrafets deben ser tratados lo mejor posible, su trabajo es esencial para que las piedras del Garraf estén siempre en su lugar.

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